EL PROBLEMA DE LA RAZA EN COLOMBIA CICLO DE CONFERENCIAS D
- Marcela Jaimes
- 26 ene 2016
- 3 Min. de lectura
El otro hito dentro de la polémica de la raza en Colombia ocurrió en 1920, cuando en Bogotá, la Asamblea de Estudiantes convocó en el Teatro Municipal a un selecto grupo de elementos del mundo científico para discutir los problemas de la raza. Entre los convocados figuraban los médicos Calixto Torres Umaña, Jorge Bejarano, Luis López de Mesa y el mismo Miguel Jiménez López, ya conocido por su trabajo. También asistieron el educador Simón Araujo, los abogados Lucas Caballero y Rafael Escallón, y el clérigo Carlos Alberto Lleras Acosta.
Las presentaciones tenían como referencia la tesis planteada por Miguel Jiménez López dos años atrás. Sus palabras y opiniones fueron compiladas por Luis López de Mesa en un libro titulado El problema de la raza en Colombia que apareció en los anaqueles de las librerías capitalinas precisamente el 12 de octubre de 1920, “día de la raza”.
Las refutaciones, críticas, halagos y encomios que se oyeron en el Teatro Municipal durante dos meses están influidos y permeados por dos corrientes relevantes de pensamiento. La primera corriente miraba al norte, al México revolucionario, donde la figura del mestizaje y sus procesos biológico e histórico, cobraron relevancia en una intrincada amalgama cultural y política.
Los exponentes de esta influencia en Colombia para la polémica de la raza fueron Jorge Bejarano y Alfonso Castro, que escribió un libro en 1934 titulado La tragedia biológica del pueblo colombiano. Bejarano, quien se presentó como higienista ante el público, sostuvo en las dos presentaciones que tuvo en el Teatro Municipal, que la decadencia biológica era insignificante en la población colombiana. La idea de la decadencia biológica que galopaba por el mundo académico americano no explicaba los problemas sociológicos, antropológicos y culturales del país del Sagrado Corazón.
Bejarano sostenía que el pasado indígena estaba lejos de ser un pretexto para los argumentos de la decadencia biológica y la perversión de los valores éticos.
Para Bejarano, la problemática Colombiana estaba alejada de una lectura biológica de la decadencia. El sino trágico de los colombianos en los albores del siglo XX se entrelazaba inexorablemente con el devenir estructural e infraestructural de las instituciones prestadoras de servicios. Este médico ponía como ejemplo las escuelas como “antros de oscuridad, donde los niños leen y escriben; pasad la vista por el mobiliario y encontraréis el mismo banco de la época de la Colonia” (239-240). Es decir, una mirada en la cual la decadencia se encuentra por fuera de la condición física y biológica del hombre. La degeneración, en cambio, se aloja en las condiciones materiales e institucionales que configuran el aparato sociológico y político de la sociedad.
La segunda corriente que influyó en el debate de Bogotá fijaba su mirada sobre la Buenos Aires cosmopolita influida por las reglas estéticas y culturales de Europa. La ciudad, al igual que sus élites residente europeizadas, dependía culturalmente de Europa pero era independiente políticamente de esta. Una Argentina donde el criollo blanco era diferente del negro y del indígena, exterminado este último en el siglo XIX.
Sobre esta perspectiva se inspiraron los médicos Miguel Jiménez López y, en menor medida, Luis López de Mesa para hacer sus lecturas sobre de la raza colombiana. Este último se presentó ante al nutrido público del Teatro Municipal como psicólogo. En las dos conferencias que dictó, seguía de cerca los argumentos de su colega Miguel Jiménez López. A través de un análisis sociológico y psicológico de la sociedad colombiana aseguró que hubo una decadencia biológica en los habitantes de algunas regiones del país “cuya suma desconcierta al investigador que busque leyes generales”.
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