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LA APLICACIÓN DE LA EUGENESIA EN ESTADOS UNIDOS

  • Foto del escritor: Marcela Jaimes
    Marcela Jaimes
  • 26 ene 2016
  • 13 Min. de lectura


En Estado Unidos, Treinta y tres de los Estados han reconocido que se practicaron programas de esterilización durante el siglo XX. Inicialmente estaban dirigidos a personas con enfermedades mentales, pero con posterioridad, esta fue aplicada a colectivos enteros. Esta fue practicada en criminales, epilépticos, ciegos, alcohólicos, sordos, mujeres promiscuas y también a los considerados débiles mentales.



En la actualidad solo 7 de esos 33 estados que participaron en la esterilización lo han reconocido públicamente y ofrecieron perdón a las víctimas. En Estados como Carolina del Norte a las víctimas se les han compensado e indemnizado por daños y perjuicios.


La Eugenesia en Estados Unidos fue patrocinada y financiada por empresas filantrópicas, como la Institución Carnegie, la fundación Rockefeller. En dichos programas participaron de manera activa investigadores ampliamente reconocidos de las universidades más prestigiosas; tales como Yale, Harvard, Stanford y Princeton.


test mentales, esterilizaciones forzadas y politicas migratorias

La Psicología estadounidense nació a fines del siglo XIX imbuida de un espíritu práctico. Los primeros tribunales universitarios que juzgaban el mérito de la psicología en Estados Unidos estaban compuestos por pragmáticos hombres de negocio y de industria, y por líderes políticos interesados en el control social. En 1896 fue creada la primera Clínica Psicológica por Lightner Witmer y otras similares brotaron en los años anteriores. Pero salvo excepciones, no ofrecían tratamiento sino que se utilizaban para aplicar diagnósticos a problemas escolares en la infancia. La psicología estadounidense surgió de la mano de los test mentales. En 1909 se empezaron a utilizar test mentales en el Tribunal Juvenil de Chicago a jóvenes que comparecían ante el juez, y en 1915 los psicólogos comenzaron a usar test para seleccionar obreros que ocuparían determinados puestos en la industria (Leahey, 1998: 411- 412). El test de mayor éxito en los Estados Unidos fue el desarrollado por Alfred Binet, director del Laboratorio de la Sorbona, que había desarrollado su escala a fines del siglo XIX atendiendo a un encargo que le había realizado el Ministerio de Educación francés para contar una guía práctica que permitiera detectar a aquellos niños y niñas cuyos pobres resultados indicaban la necesidad de recibir una educación especial.


Para ello se realizan una serie de tareas breves relacionadas con problemas de la vida cotidiana (como contar monedas) pero que supuestamente entrañaban ciertos procedimientos racionales básicos como dirección, comprensión, invención y crítica. Pero a diferencia de lo que sería su aplicación en los Estados Unidos, Binet siempre se opuso a la teoría eugenésica de la heredabilidad de la inteligencia (Cociente Intelectual o “CI” como sería llamado en ese país) y dejó una serie de advertencias en torno a su aplicación que fueron desoídas por los psicólogos estadounidenses:


1) las puntuaciones tienen un sentido práctico, por lo que no se puede decir que midan la inteligencia o las características innatas o permanentes;


2) la escala es una guía aproximada de niños “ligeramente retrasados” o con problemas de aprendizaje que necesitan de una asistencia especial, pero no para establecer jerarquía alguna con los “niños normales”; y


3) cualesquiera sean las causas de sus dificultades, el énfasis debe recaer en lograr la mejora de sus resultados y nunca se le debe colgar el rotulo de “incapacidad innata” (Gould, 2004: 163- 164). El test de Binet tuvo amplias repercusiones en los Estados Unidos. H. H. Goodard lo tradujo al inglés tres años después de su publicación y Lewis M. Terman, de la Universidad de Stanford, estableció una versión ampliada que pasó a llamarse “Escala de Stanford-Binet”.


A partir de ese momento comenzaron a desarrollarse una serie de pruebas psicométricas para medir la inteligencia y el desempeño escolar (Hernández Rojas, 1998: 21). Binet -quién falleció en 1911- se mantuvo fiel toda su vida a la idea de que el test no media la inteligencia, pero los psicólogos estadounidenses que lo aplicaron falsearon sus intenciones utilizando los test para sostener la heredabilidad de la inteligencia, y asociando lo “heredable” a lo “inevitable” y lo “permanente”, lo que vino a justificar las políticos de exclusión y discriminación a los considerados “anormales”. La máxima expresión de esto fue Goddard, director de investigaciones de la Escuela Práctica de Vineland (New Jersey) para Muchachos y Muchachas Débiles Mentales. Para entonces se utilizaba la expresión Idiotas para referirse a quienes tuvieran una edad mental inferior a los tres años, y Débiles para aquellas personas capaces de aprender a escribir alcanzando una edad mental de entre tres y siete años. Goddard unificó a ambos bajo el concepto de Morons, inspirándose en la palabra griega que significa “Tonto”. Goddard sostenía como Binet que los test se podían utilizar para identificar aquellos niños y niñas cuyo desempeño era inferior al promedio. Pero a diferencia del investigador francés, defendía un burdo hereditarismo, que llegaba a sostener que la inteligencia era una entidad independiente que pasaba de padres a hijos, negando cualquier posibilidad a los factores sociales y ambientales.


Cabe destacar que en la época en que desarrolló su obra (primeras décadas del siglo XX) el mundo científico estaba entusiasmado por el redescubrimiento de la obra de Mendel y la posibilidad de descifrar las bases de la herencia. En esa entonces se pensaba que todas las características humanas eran producto de un único gen (hoy sabemos que es de una interacción de genes). Si la inteligencia también era resultado un único gen, se podría eliminar la deficiencia mental a través de un control eugenésico adecuado. Para ello proponía dos tipos de políticas: para los débiles mentales que se encontraran dentro de las fronteras se debía evitar su reproducción, y para los de afuera debía existir una estricta política migratoria.


Respecto a la primera, debía ser impuesta por “la parte inteligente de la sociedad”. La solución no vendría solo con la prohibición de los matrimonios, sino que se debía aplicar la internación en colonias y la esterilización forzada. Dado que consideró impracticable la segunda opción por las susceptibilidades tradicionales de la sociedad, se dedicó a hacer campaña por la primera tomando como modelo su Escuela de Vineland. Sostuvo que el costo de construcción de esas colonias estaría compensado por el ahorro en pérdidas de bienes y vidas que provocan “estos individuos irresponsables”, así como el cierre de casas de beneficencia, cárceles y manicomios donde se los recluía hasta entonces. En esas instituciones se les debía dar adecuada atención y alimentación, pero no permitirles la consumación de la sexualidad. Goddard sostenía: “Tratadlos como niños, de acuerdo a sus edades mentales; alentadlos y elogiadlos siempre; nunca los desalenteis, no los riñas jamás, y tenedlos contentos”.


No obstante la desconfianza de Goddard, el Estado de Indiana aprobó la primera ley de esterilización en 1907. Sin embargo la mayoría de los estados que aplicaron políticas eugenésicas no lo hicieron en este primer momento, sino en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. 1 Citado por: Gould (2004: 173). En cuanto a la política migratoria, estaba destinada a prohibir el ingreso de los que provinieran del extranjero. En 1912 Goddard desembarcó en la Isla de Ellis, frente a la ciudad de New York, para estudiar a los inmigrantes e identificar a los “débiles mentales”.


En la primavera del año siguiente envió a dos mujeres a trabajar dos meses y medio en esa isla con las instrucciones de escoger a los débiles mentales a simple vista porque “tienen al parecer una capacidad de observación más fina que la de los hombres” 2 . Estas mujeres sometieron al test a 35 judíos, 22 húngaros, 50 italianos y 45 rusos, llegando a la conclusión de que el 83% de los judíos, el 80% de los húngaros, 79% de los italianos y el 87% de los rusos tenían una edad mental inferior a las 12 años. Goddard revisó los test y los resultaron variaron entre un 40 y 50%, lo que lo dejó desconcertado pero no cambió su teoría de la inteligencia innata ni tuvo en cuenta factores como el largo viaje en tercera clase, la poca educación, el desconocimiento del idioma o el hecho de que estas personas nunca hubieran utilizado un lápiz. Para evitar considerar que esos inmigrantes eran representativos de cada país, sostuvo que se envía ahora “lo peor de cada raza”.


En 1913 las deportaciones por “deficiencia mental” aumentaron un 350% y un 570% para 1914. A partir de entonces Goddard comenzó a moderar su posición, ya que hacía falta mano de obra para las tareas repetitivas que imponía la sociedad industrial y los deficientes mentales “realizan muchos de los trabajos que los demás no están dispuestos a hacer (…). Quizá el deficiente tenga una función que desempeñar” 3 . Además retomó la obra original de Binet y sostuvo la necesidad de educarlos con una educación especial y, aunque no abandonó su idea de la heredabilidad de la inteligencia, no se opuso a su reproducción ya que no engendrarían necesariamente hijos/as más deficientes que los que podrían engendrar cualquier otra pareja.


Para 1928 Goddard destruye dos baluartes de su teoría:


1) que la debilidad mental es incurable;

2) la necesidad de segregación de los “débiles mentales” (Gould, 2004: 182).


La Primera Guerra Mundial (1914- 1918) fue un campo fértil para el desarrollo de los test mentales. El ingreso de Estados Unidos en la guerra en 1917 fue visto por los psicólogos como la oportunidad de convertir su disciplina en algo útil a los intereses nacionales. A pocos días de la declaración, el presidente de la American Psychological Association (APA) Robert Yerkes creó doce comités para encargarse de distintos aspectos relacionados con la guerra. Pero solo dos de ellos pudieron cumplir sus objetivos: el Comité de Motivación dirigido por Walter Dill Scott que más tarde se convirtió en el Comité de Clasificación de Personal del Departamento de Guerra, y el dirigido por el propio Yerkes que tenía como objetivo expulsar a los incompetentes del ejército. Yerkes y Scott no tardaron en entrar en conflicto, ya que el segundo acusó al presidente de APA de encubrir sus intereses científicos bajo un falso patriotismo. Así Scott desarrolló un test de competencia para la selección de oficiales que permitió 83 ascensos, y fue condecorado tras la guerra (Leahey, 1998: 413).


Por otro lado Yerkes diseñó una prueba que fue aplicada a 1,75 millones de reclutas. El programa consistía en tres tipos de test: 1) los que supieran leer y escribir pasarían por el llamado Test Alfa del Ejército; 2) los analfabetos o que hubieran tenido mala calificación en el Alfa pasarían por el test Beta; y 3) los que fracasaban en el Beta pasarían por un test individual que consistía en algunas de las escalas de Binet. Después los psicólogos del Ejército clasificarían a los reclutas con puntuaciones que iban de la A a la E: los C no podrían ser más que soldados rasos, y los que obtuvieran D o E no eran aptos para el servicio por ser incapaces de entender órdenes verbales o escritas (Gould, 2004: 201).


Los resultados de los test sorprendieron al propio Yerkes al obtener que la edad promedio de los hombres blancos adultos analizados era de 13,08 años. Si para entonces se consideraba que los que obtuvieran entre 8 y 12 años de edad mental (47% de la muestra) eran considerados “morons”, se estaba ante el peligro de ser un país de “débiles mentales”. Dentro 2 Citado por: Gould (2004: 173). 3 Citado por: Gould (2004: 177). de los blancos, los inmigrantes germánicos y anglosajones obtuvieron resultados más altos que los provenientes de Europa del Este y del Sur. Entre los reclutas negros la edad mental era de 10,41 años, obteniendo los del norte resultados levemente superiores.


Fiel a sus ideas eugenésicas, Yerkes consideraba que el test medía la inteligencia innata y que los mejores resultados obtenidos por los inmigrantes nórdicos era síntoma de su superioridad racial. No tuvo en cuenta que dichos inmigrantes hablaban en inglés o –para el caso de los alemanes- la inmigración se había producido con anterioridad por lo que estaban familiarizados con el idioma. Además, aunque el test decía medir la inteligencia innata, muchas de las consignas requerían una instrucción y familiaridad con la cultura norteamericana (nombres de jugadores de béisbol, productos de mercado).


Aquellas personas analfabetas o que no hablaran en inglés, podían completar el Test Beta que era de figuras pero igualmente requería saber utilizar un lápiz, comprender las órdenes que muchas veces se daban rápido y a los gritos en salones o carpas repletas de reclutas, y tener conocimientos de figuras geométricas y números. El hecho de que los resultados mejoraran cuanto mayor fuera el tiempo de residencia en los Estados Unidos tampoco alteró las creencias de Yerkes, que consideró, de un modo similar a Goddard, que la “calidad” de los inmigrantes había venido decayendo en los últimos años. Otro factor fue el de la escolaridad. Los reclutas con mayor nivel educativo obtenían mejores resultados, pero Yerkes explicaba esto diciendo que las personas naturalmente dotadas de mayor inteligencia, asistían más años a la escuela. Esto es importante mencionarlo en lo que respecto a los reclutas negros ya que, sin tener en cuenta la historia de esclavitud y racismo que pesaba sobre ellos (sobre todo en el sur), explicaba los mejores resultados obtenidos por los del norte diciendo que los negros más inteligentes habían emigrado sabiendo que allí tenían mejores oportunidades educativas o laborales, así como la mayor mezcla racial con blancos que había en esos Estados. Un último elemento a considerar y que muestra el compromiso que Yerkes tenía con la ideas galtonianas de la heredabilidad e inmutabilidad de la inteligencia, es en lo referido a enfermedades relacionadas con la pobreza. Cerca de la mitad de los blancos y los negros que realizaron los test Alfa y Beta estaban infectados de Anquilostomiasis. Esto lo explicó diciendo que “la capacidad innata inferior puede determinar unas condiciones de vida propicias para enfermarse de anquilostomiasis”


Los resultados de los test de inteligencia del Ejército aterrorizaron a políticos y reformadores sociales que compartían ideas eugenésicas. El psicólogo William McDougall publicó el ensayo Is America safe for Democracy? (1922) en donde contestaba con un rotundo “No”. Dado que era dominante la idea de la heredabilidad de la inteligencia, no era posible eliminar este flagelo a partir de la educación y políticas sociales, sino que para evitar que Estados Unidos cometiera “suicidio racial” había que limitar la inmigración de los de afuera y evitar la reproducción de los de adentro. En 1924 se invocaron en el Congreso ideas eugenésicas para lograr la aprobación de la Inmigration Restriction Act, que ponía cupos más exiguos a aquellas naciones integradas por “razas inferiores”. La ley de 1921 establecía cupos anuales del 3% para los inmigrantes provenientes de las naciones que ya residían en el país, pero la legislación de 1924 redujo el cupo al 2% teniendo en cuenta el Censo de 1890. El hecho de que se tomara este Censo y no el más reciente de 1920 obedecía al hecho de que para fines del siglo XIX la inmigración era principalmente nórdica, considerados superiores de acuerdo a los test de Yerkes y a la obra de autores racistas como Madison Grant o C. Brighman. Al firmar el proyecto de Ley el presidente Calvin Coolidge expresó “Norteamérica debe seguir siendo norteamericana” (Gould, 2004: 236). 4 Citado por Gould (2004: 223).


En la frontera sur, la ley sirvió para que los inmigrantes mexicanos fueran sometidos a test de sumas simples o armado de puzzles para probar su inteligencia, pero además eran rapados y desnudados para ser desinfectados utilizando gasolina, queroseno o vinagre. A partir de 1921 había comenzado a utilizarse Zyklon B, un desinfectante en base a cianuro, que más tarde fue utilizado por los nazis para asesinar a más de 6 millones de personas en los campos de concentración.


Para los inmigrantes del sur y el oeste de Europa las cuotas de migración se mantuvieron bajas, aún durante la Segunda Guerra Mundial cuando miles de personas trataban de huir del exterminio nazi, pero no encontraban países en donde refugiarse. En cuanta al control de la reproducción de los que se encontraran dentro de las fronteras, las primeras medidas eugenésicas fueron de carácter educativo, como las que promovía el mismo Galton. En las Ferias del Condado de los años veinte se hacían concursos de las “familias más sanas” y los eugenistas desplegaban carteles y gráficos mostrando las leyes de la herencia y su aplicación en los seres humanos. Otros proponían la anticoncepción pero temían que promoviera el libertinaje y que fuera utilizada por los más inteligentes en su planificación familiar (Leahey, 1998: 420). Sin embargo la idea que terminó por imponerse fue la esterilización forzada de los “débiles mentales”. Como ya mencionamos en 1907 el Estado de Indiana había aprobado la primera ley al respecto que fue abolida por el Tribunal Supremo del Estado en 1921 y reemplazada por otra más aceptable en 1923 (Leahey, 1998: 420- 421).


Un total de 33 Estados norteamericanos han reconocido que llevaron a cabo programas de esterilización forzada de personas. En un principio estaban dirigidos únicamente a personas ingresadas en instituciones mentales pero, a medida que pasaron los años se fue ampliando hacia personas con alcoholismo, epilepsia, discapacidad visual o auditiva, mujeres consideradas promiscuas, criminales y los etiquetados como “débiles mentales” (Sanz, 2012). La eugenesia era defendida incluso por el Movimiento de Higiene Mental, fundado por el ex paciente Clifford Beers, luego de sufrir trato humillante y degradante en instituciones públicas y privadas. El movimiento se oponía a las ideas heredo-degenerativas en torno a la patología mental, y se proponía actuar sobre los factores ambientales (vivienda, educación, recreación). No obstante en el epílogo a una edición de la década de 1930 de su libro Un alma que se encontró a si misma, Beers cita al Dr. Barkers cuando sostiene que el primero de los objetivos de la Higiene Mental es “la salvaguarda del nacimiento de niños dotados de cerebros sanos, negando hasta donde sea posible, el privilegio de la paternidad de los seres manifiestamente inadecuados con respecto a los cuales exista casi la certeza que trasmitirán sistemas nerviosos deficientes a sus retoños, es decir, el problema de la eugenesia” (Beers, 1969: 225).


Las críticas a estas ideas vinieron de personalidades muy diversas. El escritor Gilbert Keith Chesterton que consideraba a la eugenesia como un “vástago del cientificismo” que llega “hasta los lugares más sagrados de la libertad personal”. La Iglesia Católica la condenaba por equiparar a seres espirituales como los humanos con los animales. El antropólogo Franz Boas consideraba que estas ideas eran erróneas porque las diferencias entre los seres humanos no son de orden biológico sino cultural (Leahey, 1998: 421- 422). Pero lo que puso fin a estas prácticas fue la toma de conciencia de que inspirada por estas ideas, la Alemania Nazi (1933- 1945) comenzó a llevar a cabo sus propias prácticas eugenésicas. La Ley para la Prevención de la Progenie Defectuosa obligaba la esterilización de personas con discapacidad mental, física o sensorial, esquizofrenia, trastorno bipolar, epilepsia, alcoholismo y enfermedad de Huntington.


El científico estadounidense Harry Laughlin obtuvo el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Heilderberg en 1936 por sus aportes para el mejoramiento racial en Alemania. Entre 1935 y 1939 se esterilizaron a 50 mil personas, y entre 1940 y 1941 setenta mil pacientes psiquiátricos fueron ejecutados en las cámaras de gas. Tras la propaganda negativa que la eugenesia comenzó a tener tras la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses dejaron de propagarla, y en los años siguientes las diferentes leyes estatales fueron abolidas, siendo las últimas en la década de 1970. Para entonces se calcula que más de 65 mil personas fueron esterilizadas. No obstante las ideas en torno a la heredabilidad de la inteligencia siguieron difundiéndose en los Estados Unidos. En 1969 Arthur Jensen publicó un polémico artículo titulado “¿Cuánto puede elevarse el cociente intelectual y el éxito escolar?”, en donde respondía que poco, ya que la diferencia se debe a los genes y no a la educación. En ese texto sostiene que hay dos tipos de capacidades intelectuales: 1) las de nivel I, relacionado con el aprendizaje de asociación y memorístico, que es igual en todas las razas y clases sociales, y 2) las de nivel II que implican inteligencia superior (capacidades conceptuales, razonamiento, resolución de problemas) que se encontraría menos en las clases bajas y en la población negra (Gluz, Kantarovich y Kaplan, 2005: 70). En 2007 el científico ganador del Premio Nobel de Medicina John Watson declaró que “está científicamente comprobado” que los negros son menos inteligentes que los blancos. Como señala Stephen Gould, “los caminos de la destrucción pueden ser indirectos, pero las ideas pueden resultar medios tan eficaces como los cañones y las bombas” (Gould, 2004: 237).


 
 
 

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Autor: Yolanda M. Guerra Post Ph.D. Grupo de investigacion Liderazgo Categoria A1 Colciencias.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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